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lunes, 4 de noviembre de 2013

La ciudad es una manifestación espacial de la sociedad.

JUAN MASTRANTONIO

Desde hace algún tiempo somos varios los que hemos venido pensando las ciudades porque desde ese algún tiempo las ciudades han venido enfermando.

Hay un antes  y un después en la historia de las ciudades con la aparición de la industria. No es propio de la ciudad la actividad meramente productiva o industrial. Ella se instala en las ciudades como una actividad impropia a su idea prima. Esa grande revolución que ocurrió como una redención, prometía una enorme eficiencia en la producción, prometía un menor consumo de energía para satisfacer las necesidades de los ciudadanos: ocurrió lo contrario. No puede defenderse el que la industria optimiza la producción artesanal si no avaluamos las múltiples consecuencias negativas que la ciudad contrae con su intromisión. La industria desplaza la compleja organización social que requiere la producción artesanal, la que se hace parte de la formación, educación y economía, de los grupos de personas que participan en la búsqueda de insumos para la elaboración y distribución de los diversos productos que elaboran.

Si no es propio de la ciudad la actividad industrial, tampoco lo son las autopistas. Ellas se construyen para solucionar problemas de accesibilidad; pero los problemas de accesibilidad no son solamente viales. Las autopistas son el mayor índicede de segregación de una ciudad. La consecución o construcción de una ciudad diversa contribuye mayor y más grandemente a la satisfacción de la accesibilidad a los servicios. El acto de habitar la ciudad es la cercanía. La adecuada cercanía para que luzca la manifestación de los entrecruzamientos de los diversos actos de prestaciones de servicios que en ella ocurren. De eso se trata.

Nuestros antecesores son los utopistas quienes, sin lugar, soñaban ciudades ideales. El urbanismo nace cuando las ciudades empiezan a enfermar. Nosotros no hacemos las ciudades, las que habitamos o atendemos son nuestros objetos de estudio, con el fin de hacer de ellas ciudades más habitables. El urbanismo no es una ciencia, es una técnica que se nutre de muchas otras ciencias, por ello es un oficio técnico interdisciplinario. Nuestro objeto de estudio es un fenómeno humano, contiene toda su complejidad.

Nuestros antepasados urbanistas propusieron la segregación de las actividades como principio de ordenamiento de las ciudades enfermas, había que minimizar los efectos de la industria. Hoy sabemos que la segregación  no se conviene con la diversidad, hoy tenemos el concepto de áreas homogéneas como modelo de diagnóstico y proyección de posibles organismos que constituyan un cuerpo o totalidad, pero cada una de ellas debe tener una conveniente cuantía y distribución de los servicios y colaborar con el cuerpo total, para la mejor satisfacción de los deseos.

También son la fuente y el  reservorio del conocimiento que nace de la pura curiosidad,. La curiosidad que genera las ciencias y sus técnicas asociadas necesita de una cantidad y densidad de habitantes que permita la producción y el acceso a los servicios que ofrecen y solicitan esos mismos habitantes. Una amable densidad de personas y un democrático acceso a los servicios que entre todos los ciudadanos se prestan es el quid de una ciudad. 

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